lunes, 13 de octubre de 2014

3-Nunca se apaga el fuego de la guerra

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Nunca se apaga el fuego de la guerra

Y en ese mismo momento del fuego de la hoguera se materializaron dos formas, un hombre alto, vestido con ropas negras, sus ojos y su pelo eran de un carmesí apagado, parecía costarle mantenerse en pie; y una mujer castaña, con los mismos ojos y ropajes junto con la misma dificultad para estar erguida. Antes de que ninguno reaccionase ella agarró a Chêt por la cabeza con ambas manos. Sus gritos fueron un visto y no visto, él comenzó a gritar y al instante, ¡Puff¡ Ya no estaba, en su lugar se encontraba un cuerpo calcinado hasta lo más profundo.
La combustión apenas había durado unos instantes. Ahora un cadáver calcinado se postraba en el suelo mientras ella parecía otra, su pelo tenía más color, sus ojos eran de una naranja vivo y ahora el mundo parecía menos erguido que ella.

-¡No!-gritó Thalassa alargando su brazo para intentar de alguna manera protegerlos, pudo ver los ojos de la pareja mirarla atónitos antes de que una gigantesca masa de agua pasase sobre ella y chocara de lleno contra ellos, arrastrándolos lejos

Thalassa no se molestó pensar en profecías, leyendas o el hecho de que hubiese obtenido los poderes que utópicamente deseaba tener, tan solo corrió hacia donde estaba Chêt. Estuvo, pues ya solo quedaban unas cenizas aguadas, el agua había deshecho el cascarón seco que quedaba. Se arrodilló, hundiendo las manos en el negro agua, intentando recuperarlo, intentando deshacer lo ocurrido. Lágrimas brotaron de sus ojos blancos. Y al levantar la vista en uno de los impulsos del llanto volvió a verlos. El hombre estaba en el suelo apoyado en un árbol, ella le sostenía la mano.

-Me consumo Mry-comenzó él- y no me queda tiempo ni fuerzas para evitarlo
-Consúmeme a mí, no quiero vivir sin ti, yo estoy llena ahora- dijo ella, agarrándolo con desesperación como si la muerte y ella estuviesen tirando del mismo hombre para quedarse con él
-No voy a hacerlo, tu tampoco lo harías en mi lugar- sentenció el otro, mientras, con las pocas fuerzas que le quedaban y una sonrisa, acarició la cara de ella, justo antes de prender en llamas y que su manos se deshiciese pasto del fuego. Ella abrazó las cenizas volatilizando jirones de su chamuscada pareja. Thalassa lo vio arder y miró atrás, hacia su familia.

-Alejaos, yo la detendré-les gritó a todos, Nina con rostro adusto asintió cogió por las muñecas a los dos chicos y tiró de ellos, alejándose entre los árboles que bordeaban el lago.

Al girar la cabeza se encontró con los ojos de ella, llenos de ira. Lo que le hizo encolerizar.”¿Quién era ella para enfadarse? ¿Cómo se atrevía a creerse con el derecho de enfadarse si quiera? Ella había matado a Chêt. ¿¡Como osaba?! La cólera corrió por sus venas haciéndola desear ver Mry clavada en mil estacas. Y así el agua del suelo se heló y lanzó contra la mujer en forma de finas lanzas de hielo. Thalassa comenzó a comprender que tan solo debía ordenar al agua lo que quisiese para que esta siguiese su voluntad. Ella pegó sus palmas al suelo e hizo brotar paredes de llamas, una tras otra, como si fuesen murallas, ralentizando y derritiendo el fino hielo. La mujer de fuego se elevó en el aire y lanzó una enorme bola de fuego, que escondida tras las paredes ígnea, había estado preparando. Thalassa saltó hacia atrás con una capacidad insólita, dejándose sostenida en el aire por una película de agua. Sin embargo la explosión le hizo salir volando y caer al lago, atontada.
Dentro del agua otra vez, primero temió ahogarse, luego recordó que ya no respiraba. Al instante se tranquilizo y se sintió pura, completa, ella y el lago eran una.  

Y con esa convicción salió impulsada como un torbellino hacia la difusa figura de una mujer que volaba a varios metros del lago. Gritando y completamente rodeada por agua, Thalassa salió despedida del lago. El grito llamó la atención de Mry, que no pudo si no verse embestida por lo que parecía una estampida de agua. El golpe la lanzó volando y con sus nuevos poderes descubiertos, al verse capaz de flotar y volar sobre agua, la chica de agua la siguió. Mirando abajo se dio cuenta de que parte de su cuerpo era ahora vapor de agua. Eso explicaría muchas cosas. También pudo observar que la explosión había prendido algunos árboles, su mochila ardía en llamas, unas hojas encuadernadas en piel estaban ardiendo junto a sus ropas, lanzó un chaparrón que apagó el pequeño incendio.
Al quedarse pendiente del fuego su enemiga, que se había recuperado y al ver, que junto a un lago estaba en desventaja, aprovechó el impulso del golpe para seguir volando y alejarse mientras lanzaba pequeñas bolas de fuego que eran fácilmente apagadas por la masa de agua que seguía a Thalassa.

Atravesaron el bosque por lo que parecía el oeste, y acabaron adentrándose en unos llanos más secos que los que habían cruzado hace poco. Allí, el suelo estaba agrietado con rasgaduras tan largas y tan profundas que podrían haberse tragado un poblado; altas columnas de roca se levantaban como rascacielos desordenadas a lo largo y ancho del territorio. El sol se mostraba impasible entre las nubes, y Mry se dio la vuelta lanzándose con el puño en sendas llamas hacia la muchacha, que mandó a un tentáculo de agua elevarse sobre ella y la golpearla desde arriba. La mujer se vio lanzada boca abajo hacia el agrietado suelo, y a pocos metros consiguió parar la caída impulsándose hacia arriba con las llamaradas que salían de sus manos. Thalassa volvió a congelar el agua y lanzar estacas esta vez mucho más gruesas, que su rival no tuvo más remedio que esquivar mientras saltaba sobre grieta y grieta.

Mry se recuperó del ataque y comenzó el suyo. Una oleada de lo que parecían miles de bolas de fuego comenzaron a salir de sus manos. Thalassa las vio venir como una red que se cierne sobre un pez. Se recubrió como pudo dentro de una cápsula de agua e intento esquivar el máximo posible de esferas ardientes. Cuando la ola ígnea pasó, tras el vapor de agua causado, la vio a ella con las manos de nuevo en el suelo. La tierra empezó a rugir, y sabía el por qué, transformó el agua en dos tentáculo con afiladas y grandes puntas de hielo y se lanzó en picado con el poco agua que le quedaba a sus espaldas para frenarla, ya veía el magma subir por las gritas cuando estaba a escaso metros de que uno de los brazos de agua la alcanzasen. En ese mismo momento una gruesa y larga losa de piedra perfectamente pulida llegó volando desde su izquierda y las golpeó. Lanzándolas al suelo y frenando el ataque de ambas. El magma bajó, el agua se disipó.
El golpe dejo a ambas conmocionadas. Mientras se levantaban, un hombre lleno de arrugas se acercaba a ellas. Sus ropas eran como los ropajes de viaje del grupo de Thalassa, pero en vez de un turbante llevaba una corta cabellera gris.

-No sé quiénes sois, pero no destruiréis esta tierra-dijo el anciano con voz firma, ahora que estaba más cerca y que el dolor de cabeza se había disipado pudieron verlo bien. No eran arrugas lo que surcaban sus caras, si no grietas, tan profunda como las de la tierra que quería proteger. Entonces Thalassa se dio cuenta.Ya no hay paz para aquellos que necesitan quemar para sobrevivir, ahogar para respirar, agrietar para no sucumbir rezaban los antiguos textos.  Malditas leyendas que nunca dejan nada claro. Ya lo había sospechado, pero estaba muerta, es el precio que había pagado a cambio del don del Reino del Agua, aquella pareja del Reino del Fuego necesitaba consumir a otros para que el fuego que en ellos habitaba no les consumiese, y el anciano del Reino de la Tierra simple e inalterable seguía su paso por la vida, envejeciendo a su ritmo, dejando se marcar por los años hasta que un día muriese.

Al momento supo que el agua que notaba se había filtrado a través de la tierra, escurrido por las grietas. Estaba indefensa. En aquel lugar seco solo le quedaba una opción, ni siquiera sabía si funcionaría, pero era mejor que nada. Se concentró y una leve lluvia empezó a caer.
Sin previo aviso el hombre hizo salir del suelo trozos de piedra del tamaño de una puerta y los lanzó contra las dos. Thalassa salto hacia la izquierda con el primero, el segundo lo saltó, y el tercero le pilló en el aire sin poder moverse.                                   
La lluvia comenzó a hacerse más pesada.                                                                                    
De su ropa mojada y la lluvia que caía formó un tajo de agua presión que partió la roca en dos, haciéndola pasar a silbando a sus lados. Mry había sido más rápida y tras esquivar todos los trozos de roca le había dado tiempo lanzar un latigazo de magma hacia el hombre. Este hizo brotar del suelo un muro que recibió todo el impacto. El anciano apareció como parte del muro de piedra tomando por sorpresa a la chica castaña, alargando los dos brazos el anciano extrajo de la pared dos bolas de roca, una fue directa a la chica, la segunda pasó por encima y fue a chocar contra su espalda desprevenida. Mry viendo venir la estrategia se apartó en el último momento, mientras para alejar al hombre lanzaba esferas de fuego hacia todos lados. 

Los tres se separaron unos de otros lanzando pequeños proyectiles de su elemento para cubrir la pequeña huida. Tierra hacia la izquierda, fuego hacia la derecha y agua hacia arriba.
Todo se lleno de volátil pero densa pared de vapor de agua y polvo, al disiparse lo primero que vio fue a Mry, flotando en el aire con un brazo estirado y la palma abierta, de ella salía una contundente bola de magma mayor que la misma mujer, esta estaba conectada a través de hilos de fuego a seis esferas más pequeñas de fuego, que conectadas entre ellas por un aro fogoso, a su vez también estaban conectadas por los mismos hilos a dos bolas de menor tamaño también unidas entre ellas por un aureola ardiente. Todo esto formaba una especie de tela de araña de fuego que parecía emitir un aura imponente.                      
Luego se fijó en el otro lado, él parecía meditar, cuando un titánico crujido hizo temblar todo.  Una de las columnas se quebró y comenzó a levitar. La cara de descomposición de ambas (sobre todo la de Thalassa) mostraba de sobra la impresión causada.            
Había dejado de llover.

¡¡¡Maldito viejo loco eres tu el que va a destruirlo todo!!!” Se escuchaba vociferar a Mry. Mientras tanto, ella se concentró todo lo que pudo, busco el agua allá donde estuviese. La vista de aquel fenómeno era espectacular. Se podía ver a todas las nubes de kilómetros a la redonda acercarse a ella, el agua que empapaba el suelo fluía como ríos que desafiaban la gravedad, hacia el mismo punto. Ahora dentro de nubes, siendo acariciada por las efímeras gotas que contenían se volvió a sentir una con su elemento. Y lo entendió que ordenar al agua no tenía sentido, ella era el agua, hacerla transformarse y moverse a su voluntad era como mover un brazo, solo tenía que quererlo. Y quiso que toda esa masa acuática se uniese en una gigantesca punta, que estuviese tan fría como la muerte.

El fuego fue el primero en lanzarse, a este lo siguió el avance de la tierra y el descenso del agua, y….


¡Qué demonios!                                                                                                
Yo ya me he devanado bastante los sesos, continua tú la historia, elige a tu vencedor, toma tu camino, yo no soy quien para acallar tus ideas.

viernes, 10 de octubre de 2014

2-No solo la Mar es traicionera


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No solo la Mar es traicionera

La vida, las plantas tan verdes, un pasto tan fresco, solo podía significar una cosa…AGUA. A apenas unos cien metros, tras unos verdes matorrales y un par de arboles estaba la mayor cantidad de agua que había visto. Un grito de “alguno” de ellos (pues identificarlos bajo aquellas mantas era imposible) hizo que todos levantasen la cabeza y viesen el gigantesco lago que ante ellos se postraba, como un regalo bien merecido. Los ojos eran lo único que el turbante y la túnica dejaban al descubierto, y era suficiente, el brillo en ellos mostraba todo lo que era necesario mostrar. Con ellos vieron el enorme lago, rodeado por cientos de árboles. Todos se lanzaron hacia la orilla mientras se deshacían de las copiosas prendas. 

Mientras saciaba su sed y rellenaba su odre, Thalassa notó un extraño reflejo en el agua, que solía ser un espejo fiel, comenzó a fijarse bien… Y entonces lo vio, al principio solo distinguía dos torreones de un color azul intenso, luego pudo ver las almenaras, el portón, los ladrillos…. Se había quedado muda. A Amun que al parecer también lo vio no se le atragantaron las palabras.

-No pude ser. Decidme que no estoy loco y que realmente es lo que estoy viendo-dijo con los ojos como platos
-El Castillo del Agua-consiguió vocalizar Thalassa, lo que consiguió captar la atención de todos sobre el fondo del lago
-Pero- siguió Amun- eso quiere decir que estamos en el Reino del Agua.
-Dioses, jamás creí que lo vería con mis propios ojos-musitó Nina
-Es magnífico-comenzó Chêt- es el momento de descubrir si todas las leyendas son ciertas.

Mientras, la cara de Ad formó una mueca de rabia y sin pensárselo dos veces se lanzó al agua. El chapuzón fue tan repentino que pilló a todos por sorpresa. Sin embargo al recuperar la compostura Thalassa y Chêt no dudaron en seguirlo. La persecución acabó a pocos metros, justo cuando Ad se colocó sobre el portón hundido y se dirigía a sumergirse.

-¿A dónde se suponía que ibas con tanto ímpetu sardinilla?-preguntó picaresco Chêt
-Dentro del castillo lumbreras- contestó mosqueado Ad
-¿Sabes acaso cuantos metros hay hasta el fondo?-gritó enfadada Thalassa- Si quieres que te tratemos como a alguien mayor, empieza a tener un poco de sentido común propio de la edad.
-Tu hermana tiene razón Ad, no se que se te ha pasado por la cabeza, pero tienes que aprender a tranquilizarte-dijo el mayor de los tres-además, si pretendes matarte al menos que no sea de una manera tan estúpida
-Parecéis unos padres riñendo a un hijo- dijo indignado Ad, lo que hizo que ambos se ruborizasen mínimamente
-Bueno, si bien no vamos a hacer ninguna misión suicida, si que tengo curiosidad por descubrir que esconde el castillo-dijo Chêt
-Está bien, intentemos sumergirnos un poco, a la más mínima duda de que no nos dará tiempo a subir, abortamos la misión y subimos ¿Queda claro?-ofreció Thalassa

A lo que los otros asintieron. Thalassa se dio la vuelta e indicó por señas a los de la orilla que se sumergirían unos instantes. Y la expedición dio comienzo. Los tres se sumergieron, ahora que se acercaban más pudieron ver cientos de tipos de peces zigzaguear por el castillo, entrando y saliendo de sus torreones, rodeándolo algunos como perros guardianes. Ad comenzó a elevarse al ver que no llegaría más lejos. Los otros dos se acercaban más y más, ahora podían ver el musgo en los ladrillos del inmenso catillo. Chêt se rindió a apenas dos metros del portón. Pero ella no, quería conocer lo que allí había, algo dentro del castillo la llamaba a entrar, no pudo si no adjudicárselo a una curiosidad desbordante.

Thalassa se impulsó en los bordes de la gran entrada, lanzándose hacia el interior del castillo. Ante ella se mostraba un enorme salón, llena de fauna y flora marina: Corales que alegraban la vista, peces de colores y algas variopintas daban vida a la sala, que se elevaba hasta prácticamente la superficie, con altos muros de piedra, vidrieras coloridas a sus lados. Una larga alfombra que debía pesar mucho para no flotar llevaba hasta el trono pero…. Justo ante ella una extraña bola brillaba tenuemente, ningún pez se acercaba a ella. Decidió descubrir que era y salir de allí corriendo, el oxigeno le iría justo pero valdría la pena, o eso esperaba.

Al colocarse junto a ella pudo verla mejor, era una esfera de una extraña luz dorada, era como el reflejo de una vela, sentía que quería tocarla, que deseaba tener el tacto de la esfera en sus dedos; y la tocó, tan solo un mínimo roce, la punta de su dedo tocándola fue suficiente. Todo el castillo comenzó a crujir, la bola se deshizo envolviéndola a ella, empujándola hacia atrás. Volvió  a abrir los ojos tras la acometida, pero para cuando se dio cuenta ya era tarde. 

Los portones del castillo se cerraban, nadó con todas sus fuerzas, con tanta necesidad que noto sus pulmones agrandarse, la adrenalina correr y a cada brazada le seguía otra. Nadaba al mayor ritmo que le permitían sus músculos, y más, las puertas se cerraban, pero ya estaba cerca, llegaría. Para cuando se quiso dar cuenta había nadado con tantas ganas que no había escatimado en oxigeno, notaba la angustia en sus pulmones, el temor en su corazón, las ultimas brazadas le costaban, ya no seguía el ritmo, su dedo llegó a rozar la puerta, un instante antes ahogarse.



En la superficie, Chêt y Ad llegaron hasta arriba para respirar.  Tras recuperar el aliento se dieron cuenta de que Thalassa no había salido del agua. Ambos metieron la cabeza para intentar localizarla, pero ninguno la vio. Y antes de que entendiesen que significaba eso, el castillo tembló, sus puertas comenzaron a cerrarse. Chêt apretó los dientes y comenzó a nadar directo a las fauces de la construcción. Llegó justo a tiempo, justo a tiempo para ver cómo hasta el último pez salía del castillo, pero no ella. 
A lo lejos, lejos de Thalassa, lejos de Chêt y Ad, e incluso lejos de Nina y Amun, aún en las yermas llanuras, otras dos personas sintieron temblar el castillo.



-Voy a volver a entrar a por ella-dijo Chêt levantándose de mala manera
-Chêt….-comenzó a decir su madre
-No-gritó él- no hay excusa ninguna para dejarla ahí abajo
-Han pasado muchas horas, ya es de noche, he perdido la cuenta de las veces que te has sumergido y he temido que no volvieses - comenzó entre lagrimas Nina-¿Crees acaso que no quiero salvarla? ¿Qué no deseo con todo mi corazón el haber estado ahí para si hubiese hecho falta, dar mi vida por ella? Hijo, yo también querría que nada de esto hubiese pasado, no debí haberos dejado ir, sabía que estas aguas podían ser peligrosas. Pero ella se ha ido Chêt, se ha ido y no podemos hacer nada para recuperarla, y lo que ahora intento es no perder a otro hijo.
-Lo siento madre, no te preocupes, la culpa no es tuya- dijo el hombre mientras la abrazaba

Tras arropar a su madre y asegurarse de que se había dormido al igual que el resto, Chêt comprobó la seguridad del campamento que habían hecho junto al árbol que más cobijo daba. Ad había estado mirando fijamente las aguas. Se tumbó en la lona y se quedó mirando un punto fijo en el lago hasta que el cansancio hizo que cerrase los ojos. Antes de dormirse pudo escuchar a Ad susurrar:”Se suponía que el castillo nos daría poderes, no que mataría a mi hermana”

A la mañana siguiente, lo que cabría esperar , al llegar donde la vida abundaba y crecía, era el trinar de los pájaros o los sonidos típicos de un bosque, el movimiento de las ramas con el viento, el crujir de las hojas o el correteo de algún animal salvaje. Sin embargo lo primero que Chêt escuchó aquella mañana fue a su madre:

Thalasaa!-gritó despertando al último que quedaba dormido y haciendo que se levantase como si el suelo ardiese

Cuando su vista se enfocó distinguió a su madre arrodillada en la orilla con Thalassa entre sus brazos. Corrió hacia ella al ver el color pálido de su piel, más bien corrió hacia ella aún viendo el color pálido de su piel. Corriendo hincó una rodilla  junto a ellas. Thalassa tenía los labios morados, algo hinchados, su tacto era frio, demasiado frio. Ad y Amun se habían colocado también junto a ellos.

-Está helada, rápido encended una hoguera-ordenó Nina, los otros tres corrieron a cumplir la orden sin saber muy bien por qué, quizás sus subconscientes aún tuviesen esperanza

Mientras ellos recogían todo lo necesario y e iban preparando una hoguera, Nina intentaba despertarla. La llamaba por su nombre, la zarandeaba, le pedía a gritos que volviese de dónde demonios se hubiese ido. No se atrevió a tomarle el pulso. La mano de Ad, que había dejado de correr, se apoyó en su hombro. Él la miró fijamente, con ojos cansados pero firmes, no iba a despertar y ambos lo sabían. Un último adiós salió de los labios de su hermano pequeño.



En algún lugar de alguna parte, los ecos de su nombre resonaban. Alguien la llamaba. Veía, bueno, no veía, sentía, podía sentir una corriente de algo puro, algo reconfortante y fuerte, que a diferencia de ella, seguía unido a su cuerpo. Lo siguió, se agarró a él como quien sube un precipicio con una cuerda, se zambulló en esa esencia como si se lanzase a un rio, y como un rio esa esencia la hizo fluir hasta llegar a su cuerpo.

Al principio fue como una visión, vio el lago, pero no desde fuera, lo vio a través de este, surcó la enorme laguna en un momento, como si cada gota de agua fuese un ojo, viendo toda clase de peces, rodeó el castillo y voló hacia la superficie. Lo primero que vio fue la como la cara de ilusión de Nina se transformaba en una mueca de asombro. Los ojos claros de Ad la miraban inquisitivamente. Ella simplemente se lanzó a abrazarlos, lo último que recordaba era la angustia del ahogamiento, y ahora estaba de nuevo con ellos. Mientras los tenía entre sus brazos vio que los dos hermanos seguían intentando encender una hoguera y ninguno la había visto; pero también vio otra cosa, sus brazos, estaban pálidos. El silencioso abrazo terminó, y ella tocó su piel, fría. Nina y Ad seguían mirándola atónitos. Y de repente creyó y temió comprender. Corrió a la orilla y buscó su reflejo.

 Y encontró lo que buscaba, aunque no lo que deseaba. Ante ella se postraba una chica exactamente igual que Thalassa, pero, sus ojos eran blancos, totalmente blancos, para cuando se quiso dar cuenta se veía a través del agua. Esa chica idéntica a ella, había perdido el color de piel, el rojo de sus labios ahora era de un fúnebre morado, parecía muerta. El terror la inundó. ¿Desde cuándo no tomaba aire?, no se sentía respirar, ni la necesidad de ello. Se lanzó a tomarse el pulso…..nada.

Chêt gritó su nombre mientras terminaba de encender la hoguera, se giró y vio sus caras de absoluta alegría, y contempló el fuego crepitar, tan caliente como siempre, pero de repente notó que algo perturbaba el fuego, sintió la necesidad de apagarlo, y supo que algo los había encontrado. 

miércoles, 1 de octubre de 2014

1-Nómada por las circunstancias

Comencemos presentando la idea. Aquí os traigo un proyecto llamado Antología Tres Reinos, antes que ponerme a explicároslo os dejo esto: Antología Tres Reinos-While
El relato en sí voy a dividirlo en tres capítulos para que no sea tan denso.
El nombre del relato en sí es "Caminando entre elementos"
Poco más deciros, o al menos agradecer a While la paciencia, que servidor es un poco desastroso.
Para los que queráis saber más de esta encantadora chica, que aquí os dejo el link para que vosotros mismos la conozcáis. 



1
Nómadas por las circunstancias

1…2…3…4…5…6………. Avanzando bajo el calor sofocante, en una tierra árida, todos ocultos bajo sus ropajes de tintes marrones que los hacían parecer parte del entorno, las grandes mochilas que llevaban no eran ni de lejos el lastre más pesado con el que cargaban a sus espaldas.

1145…1146…1147...1148….Cada paso era igual que el anterior, avanzar y no hacerlo se asemejaba igual, el horizonte o las secas y desérticas praderas por la que avanzaba la comitiva, parecían seguir el mismo patrón que los pasos. Ninguno miraba ya hacia atrás, mirar atrás significaría recordar todo lo acaecido, y el trance de la caminata los mantenía a salvo del dolor.

50326…50327…50328…50329…… La única diferencia que encontraban las cinco personas era que se encontraban mucho más sedientos y cansados que al comienzo del viaje. Un tropiezo frena la marcha del grupo, la endeble figura es rápidamente ayudada a levantarse por otros con túnicas y turbantes, al igual que él, y continúan el camino.

Un acantilado surge tras una ladera y los cinco viajeros se pegan a este en busca de protección contra el sol y el viento que levanta polvo, sin embargo la luz ya casi había desaparecido y la decisión pareció ya pactada cuando uno de ellos descolgó su mochila y se sentó bajo la sombra. Mientras se comenzaban a extender lonas sobre las que dormir, dos de los caminantes sacaron grandes trozos de piel que colocaron alrededor del improvisado campamento, camuflándolo con la piedra de la montaña.  

El viento taparía sus voces y las pieles taparían sus formas, estaban fuera de peligro.
Todos se deshicieron de sus turbantes y prendas de viaje y las guardaron en las mochilas que más tarde usarían para apoyar la cabeza al dormir. Tras tanta tela aparecieron los rostros de dos mujeres y tres hombres.

-Toma Chêt-dijo la mayor de todos, mientras apartando su pelo marrón, que ya mostraba alguna cana, sacaba varios objetos envueltos en trapos- una ración por cabeza hasta que salgamos de estar tierras secas, y no toméis más de tres buches de agua, nos queda muy poca y no parece que vaya a llover en un tiempo.

El mayor de los chicos, que rozaba los veinticinco, terminó de desenrollarse el turbante mostrando su cabellera ocre, su vello facial, una perilla muy pulida que resaltaba con el rasurado a cuchilla del resto de su cara. Cogió los pedazos que le daba la mujer y los repartió. El primero paquete con las letras Amun escritas lo recogió rápidamente de sus manos un chico que no llegaría a la mayoría de edad, su pelo se asemeja al de Chêt y sus ojos son del color que su corta melena. El segundo era para un chico de unos catorce años, tenía mirada fría y de color azul, mientras con una mano pasaba sus dedos por su pelo negro, la otra recibió el paquete con el nombre de Ad. El tercero y cuarto no llevaban nombre, uno lo entregó a la otra chica, que ya rebasa los veintiún años y que clavó sus ojos verde oscuro en los marrones intensos del chico al recibir su porción.

-Es la más pequeña- dijo ella
-¿Cómo?-respondió él como si nada
-No te hagas el loco- siguió ella- la porción, es la más pequeña otra vez.
-Deja ya eso Thalassa, no es para tanto.
-Sí, sí que lo es Chêt-dijo Thalassa mientras se levanta haciendo ondear su pelo azabache-tu porción siempre es la menor, has adelgazado mucho desde que tenemos que racionar la comida.
-Todos hemos adelgazado-contestó secamente el hombre
-Y tú el que más-vuelve a contestar ella preocupada-¿Se puede saber qué haces?
-Sacrificarse por nosotros ¿no es obvio?-interrumpió el pequeño de pelo oscuro-parece que de dónde venimos todos tienen ese mala costumbre-terminó, haciendo aparecer un silencio que acaparaba toda conversación en la improvisada tienda de campaña.
-Ad- comenzó Chêt- no sabemos si tu madre y tu padre finalmente escaparon de….
-Oh vamos-lo interrumpió el chico con voz fría- no me vengas con esas, tanto Thalassa como yo sabemos que no, no intentes tratarme como un niño, ya es tarde para mí.
-No te comportes así Ad, nadie te trata como a un niño, sabemos que eres tan mayor como el resto, tan solo recuerda que la esperanza es lo que impulsa la vida en tiempos difíciles, así que dejaos de discutir y comed, tenemos que dormirnos lo antes posible para aprovechar las horas del amanecer para andar con menos calor-finalizó la mayor con tono calmado y cariñoso

Pareció que Ad fuera a decir algo más, pero fuese lo que fuese se lo cayó y asintió con el resto. Todos desenvolvieron y comieron su pequeño (pues media un palmo) pero condensado trozo de comida, una especie de pan tierno relleno de una sustancia rojiza y dulce. Tras la breve cena todos se tumbaron todo lo cómodamente que les permitían sus mochilas. Mientras los últimos rallos de luz se filtraban por un agujero, Chêt se fijó en la tez dormida de la mujer, sus rasgos eran amables aún cuando el paso del tiempo y algunas arrugas habían aparecido en ella, su cara parecía tranquila cuando estaba durmiendo, había sido así desde que el recordase y tras tantos años y tanto sufrimiento, dormir parecía seguir aliviándola.

-Todos perdimos algo aquel día-susurró Chêt a Thalassa que estaba a su lado-sé lo que iba a decir.
-No eres mi madre-susurró ella débilmente, como si fuesen las palabras de Ad
-Y aún así Nina os ha tratado como a sus hijos
-Lo sé, por eso se ha callado, se que somos una familia Chêt, llevamos mucho tiempo juntos, incluso antes de que tuviésemos que huir, no he olvidado nada de lo que tu madre hizo por nosotros, ni Ad tampoco-dijo solemnemente Thalassa- por mucho que haya madurado por culpa de todo esto, a veces sigue siendo un poco niño
-A veces me olvido que siguen siendo niños, Amun me tiene preocupado, apenas habla- comentó el chico en la casi oscuridad total
-Tranquilo, es como su hermano, cuando algo le pasa se abstrae para solucionarlo, tú has tenido rachas mucho peores
-Lo sé, lo sé, tan solo me preocupo por él; y ¿se puede saber de qué rachas estás  hablando?-preguntó risueño
-Ah, ¿de verdad hace falta que te recuerde aquellas tres semanas en las que tus entendías por conversación era mover la cabeza afirmativa o negativamente? Si es que lo hacías, por que más de una vez simplemente te quedabas mirando a tu pobre conversador como si lo odiases con toda tu alma-dijo Thalassa dejando escapar una carcajada- llegamos a creer que te habías quedado mudo y no te atrevías a contárnoslo
-Vale, quizá haya tenido días malos- dijo Chêt tras soltar una risa rápidamente ahogada para evitar despertar al resto- bueno, hasta mañana, con suerte será el día en el que salgamos de este interminable lugar.
-Buenas noches- contestó ella

La primera luz del amanecer los despertó y la monotonía se volvió doctrina. Se recogen las pieles y lonas, se colocan los ropajes y se guarda el todo en la mochila. Borrando lo más posible el rastro el grupo deja de nuevo su lugar de acampada.

1…2…3…4…5…6……….Comienza todo de nuevo, la tierra por el momento se mantiene fría, tan repetitiva y cotidiana como lo que parecía un siempre. Un pie detrás de otro, una y otra vez. La poca agua que queda en los odres resuena como una canción tentadora.

1769…1770…1771… 1772….Los cinco siguen andando como si de un castigo eterno se tratase. La comparación es obvia y las preguntas retóricas también lo son.¿Cuándo acabará?

43850…43851…43852…43853…. El solo calienta como si le fuese la vida en ello, e irónicamente así es, ya nadie levanta la cabeza para mirar al frente, seguir viendo las mismas llanuras los deprime; y por ello no fue de extrañar que hasta que sus ojos no vieron que bajo sus pies había verde hierba no se diesen cuenta de que el paisaje había cambiado.


lunes, 26 de mayo de 2014

Toc Toc

¿Hola? ¿Estas ahí? Se que no, no hay nadie.
Pero te necesito, te necesito tanto ahora mismo, cuando no puedo conmigo. Y no soy capaz de decírtelo, por que en mi cabeza no estoy seguro, y nunca lo estaré.
Pero es que ahora por primera vez en mi vida, me siento solo, eso no es nuevo, si no que esta vez tengo miedo a estarlo, a vivir y perecer en soledad, tengo miedo a quedarme en sin nadie; sin nadie con quien hablar. Tengo miedo a cansarme de vivir, a querer morir porque esta vida ya no me merece la pena.
Cada persona, cada ser humano está solo y siempre lo estará. La felicidad radica en hacernos creer lo contrario. ¿Sabes? Lo de "estoy mejor solo" también fue una gran mentira para auto convencerme, pero nunca he servido para eso, me conozco demasiado bien, soy la única persona a la que no se mentirle. Se que esto es pasajero, que se irá, pero que también es caprichoso, y volverá. Puedo soportarlo sí, pero no quiero tener que hacerlo solo.

Así que....
Por favor ¿Estas ahí?



domingo, 18 de mayo de 2014

Soneto

¿Para quién puedo yo siempre cantar? 
¿Si la Luna se fue, para cuál alma
yo podré pues aullar con pobre calma? 
¿Es el caso que acaso no sé amar? 

Vio ya el lobo la noche negra estar,
pues provoca dolor que lo desalma, 
poder ver, no que le tenga encalma,
si no que él no es razón de su brillar. 

En la víspera de mi soledad 
aún intento sentir lo que siento,
esperar no tener o hacer maldad. 

Ni siquiera sé si es un pensamiento 
o mi propio tesón con voluntad 
que pensar me hace en enamoramiento.