miércoles, 1 de octubre de 2014

1-Nómada por las circunstancias

Comencemos presentando la idea. Aquí os traigo un proyecto llamado Antología Tres Reinos, antes que ponerme a explicároslo os dejo esto: Antología Tres Reinos-While
El relato en sí voy a dividirlo en tres capítulos para que no sea tan denso.
El nombre del relato en sí es "Caminando entre elementos"
Poco más deciros, o al menos agradecer a While la paciencia, que servidor es un poco desastroso.
Para los que queráis saber más de esta encantadora chica, que aquí os dejo el link para que vosotros mismos la conozcáis. 



1
Nómadas por las circunstancias

1…2…3…4…5…6………. Avanzando bajo el calor sofocante, en una tierra árida, todos ocultos bajo sus ropajes de tintes marrones que los hacían parecer parte del entorno, las grandes mochilas que llevaban no eran ni de lejos el lastre más pesado con el que cargaban a sus espaldas.

1145…1146…1147...1148….Cada paso era igual que el anterior, avanzar y no hacerlo se asemejaba igual, el horizonte o las secas y desérticas praderas por la que avanzaba la comitiva, parecían seguir el mismo patrón que los pasos. Ninguno miraba ya hacia atrás, mirar atrás significaría recordar todo lo acaecido, y el trance de la caminata los mantenía a salvo del dolor.

50326…50327…50328…50329…… La única diferencia que encontraban las cinco personas era que se encontraban mucho más sedientos y cansados que al comienzo del viaje. Un tropiezo frena la marcha del grupo, la endeble figura es rápidamente ayudada a levantarse por otros con túnicas y turbantes, al igual que él, y continúan el camino.

Un acantilado surge tras una ladera y los cinco viajeros se pegan a este en busca de protección contra el sol y el viento que levanta polvo, sin embargo la luz ya casi había desaparecido y la decisión pareció ya pactada cuando uno de ellos descolgó su mochila y se sentó bajo la sombra. Mientras se comenzaban a extender lonas sobre las que dormir, dos de los caminantes sacaron grandes trozos de piel que colocaron alrededor del improvisado campamento, camuflándolo con la piedra de la montaña.  

El viento taparía sus voces y las pieles taparían sus formas, estaban fuera de peligro.
Todos se deshicieron de sus turbantes y prendas de viaje y las guardaron en las mochilas que más tarde usarían para apoyar la cabeza al dormir. Tras tanta tela aparecieron los rostros de dos mujeres y tres hombres.

-Toma Chêt-dijo la mayor de todos, mientras apartando su pelo marrón, que ya mostraba alguna cana, sacaba varios objetos envueltos en trapos- una ración por cabeza hasta que salgamos de estar tierras secas, y no toméis más de tres buches de agua, nos queda muy poca y no parece que vaya a llover en un tiempo.

El mayor de los chicos, que rozaba los veinticinco, terminó de desenrollarse el turbante mostrando su cabellera ocre, su vello facial, una perilla muy pulida que resaltaba con el rasurado a cuchilla del resto de su cara. Cogió los pedazos que le daba la mujer y los repartió. El primero paquete con las letras Amun escritas lo recogió rápidamente de sus manos un chico que no llegaría a la mayoría de edad, su pelo se asemeja al de Chêt y sus ojos son del color que su corta melena. El segundo era para un chico de unos catorce años, tenía mirada fría y de color azul, mientras con una mano pasaba sus dedos por su pelo negro, la otra recibió el paquete con el nombre de Ad. El tercero y cuarto no llevaban nombre, uno lo entregó a la otra chica, que ya rebasa los veintiún años y que clavó sus ojos verde oscuro en los marrones intensos del chico al recibir su porción.

-Es la más pequeña- dijo ella
-¿Cómo?-respondió él como si nada
-No te hagas el loco- siguió ella- la porción, es la más pequeña otra vez.
-Deja ya eso Thalassa, no es para tanto.
-Sí, sí que lo es Chêt-dijo Thalassa mientras se levanta haciendo ondear su pelo azabache-tu porción siempre es la menor, has adelgazado mucho desde que tenemos que racionar la comida.
-Todos hemos adelgazado-contestó secamente el hombre
-Y tú el que más-vuelve a contestar ella preocupada-¿Se puede saber qué haces?
-Sacrificarse por nosotros ¿no es obvio?-interrumpió el pequeño de pelo oscuro-parece que de dónde venimos todos tienen ese mala costumbre-terminó, haciendo aparecer un silencio que acaparaba toda conversación en la improvisada tienda de campaña.
-Ad- comenzó Chêt- no sabemos si tu madre y tu padre finalmente escaparon de….
-Oh vamos-lo interrumpió el chico con voz fría- no me vengas con esas, tanto Thalassa como yo sabemos que no, no intentes tratarme como un niño, ya es tarde para mí.
-No te comportes así Ad, nadie te trata como a un niño, sabemos que eres tan mayor como el resto, tan solo recuerda que la esperanza es lo que impulsa la vida en tiempos difíciles, así que dejaos de discutir y comed, tenemos que dormirnos lo antes posible para aprovechar las horas del amanecer para andar con menos calor-finalizó la mayor con tono calmado y cariñoso

Pareció que Ad fuera a decir algo más, pero fuese lo que fuese se lo cayó y asintió con el resto. Todos desenvolvieron y comieron su pequeño (pues media un palmo) pero condensado trozo de comida, una especie de pan tierno relleno de una sustancia rojiza y dulce. Tras la breve cena todos se tumbaron todo lo cómodamente que les permitían sus mochilas. Mientras los últimos rallos de luz se filtraban por un agujero, Chêt se fijó en la tez dormida de la mujer, sus rasgos eran amables aún cuando el paso del tiempo y algunas arrugas habían aparecido en ella, su cara parecía tranquila cuando estaba durmiendo, había sido así desde que el recordase y tras tantos años y tanto sufrimiento, dormir parecía seguir aliviándola.

-Todos perdimos algo aquel día-susurró Chêt a Thalassa que estaba a su lado-sé lo que iba a decir.
-No eres mi madre-susurró ella débilmente, como si fuesen las palabras de Ad
-Y aún así Nina os ha tratado como a sus hijos
-Lo sé, por eso se ha callado, se que somos una familia Chêt, llevamos mucho tiempo juntos, incluso antes de que tuviésemos que huir, no he olvidado nada de lo que tu madre hizo por nosotros, ni Ad tampoco-dijo solemnemente Thalassa- por mucho que haya madurado por culpa de todo esto, a veces sigue siendo un poco niño
-A veces me olvido que siguen siendo niños, Amun me tiene preocupado, apenas habla- comentó el chico en la casi oscuridad total
-Tranquilo, es como su hermano, cuando algo le pasa se abstrae para solucionarlo, tú has tenido rachas mucho peores
-Lo sé, lo sé, tan solo me preocupo por él; y ¿se puede saber de qué rachas estás  hablando?-preguntó risueño
-Ah, ¿de verdad hace falta que te recuerde aquellas tres semanas en las que tus entendías por conversación era mover la cabeza afirmativa o negativamente? Si es que lo hacías, por que más de una vez simplemente te quedabas mirando a tu pobre conversador como si lo odiases con toda tu alma-dijo Thalassa dejando escapar una carcajada- llegamos a creer que te habías quedado mudo y no te atrevías a contárnoslo
-Vale, quizá haya tenido días malos- dijo Chêt tras soltar una risa rápidamente ahogada para evitar despertar al resto- bueno, hasta mañana, con suerte será el día en el que salgamos de este interminable lugar.
-Buenas noches- contestó ella

La primera luz del amanecer los despertó y la monotonía se volvió doctrina. Se recogen las pieles y lonas, se colocan los ropajes y se guarda el todo en la mochila. Borrando lo más posible el rastro el grupo deja de nuevo su lugar de acampada.

1…2…3…4…5…6……….Comienza todo de nuevo, la tierra por el momento se mantiene fría, tan repetitiva y cotidiana como lo que parecía un siempre. Un pie detrás de otro, una y otra vez. La poca agua que queda en los odres resuena como una canción tentadora.

1769…1770…1771… 1772….Los cinco siguen andando como si de un castigo eterno se tratase. La comparación es obvia y las preguntas retóricas también lo son.¿Cuándo acabará?

43850…43851…43852…43853…. El solo calienta como si le fuese la vida en ello, e irónicamente así es, ya nadie levanta la cabeza para mirar al frente, seguir viendo las mismas llanuras los deprime; y por ello no fue de extrañar que hasta que sus ojos no vieron que bajo sus pies había verde hierba no se diesen cuenta de que el paisaje había cambiado.


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